En 1809 el emperador Napoleón Bonaparte tomó prisionero al Papa Pío VII.
Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de
obtener la libertad.
El Papa hizo entonces una promesa: “Si me libras de esta
prisión, te honraré como Auxiliadora de los cristianos".
El Papa quedó en libertad y el 24 de mayo de 1814 regresó a Roma. En memoria de este favor de la Virgen, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara la Fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias.